Destierro Birmano

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Mae Sot
Chiang Mai, Thailand
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Destierro Birmano

Fotos. Sebastian Vilariño Texto. Agustina Vigano Las sobras del Sistema En MaePa, a sólo 10 minutos de la ciudad fornteriza de MaeSot entre Tailandia y Birmania, una montaña de basura domina el paisaje. A un costado un lago verde brilla de contaminación mientras chicos descalzos menores de diez años buscan tesoros entre baterías en descomposición, restos de paquetes de galletitas, bandejas de telgopor y bolsas plásticas. A los pies de la montaña, sobre una alfombra de desechos del sistema, se asientan las casas de inmigrantes ilegales birmanos. Son 200 personas y cada año son más las familias que encuentran este lugar como única opción de supervivencia. Pertencen a diferentes grupos étnicos que huyeron de su tierra natal escapándose del hambre, la falta de trabajo y la represión de la dictadura que lleva más de 60 años controlando el país. Reciclaje… Dos veces por día el camión de la basura llega a las cuatro fábricas que rodean el basurero, trayendo entre 50 y 60 toneladas diarias. Tanto mujeres como hombres pasan sus días separando metal, vidrio, plástico y deshechos orgánicos, mientras sus hijos juegan entre los desperdicios en busca de materiales reciclables para vender. Las fábricas funcionan todos los días, ya que todos los días se tira basura. Los trabajadores están provistos de máscaras (que prefieren no utilizar a pesar del olor nauseabundo), guantes de latex y un palo con el cual revuelven los residuos que desfilan ante sí en una cinta separando los materiales reciclables. Las bolsas plásticas son secadas para su posterior venta a otras fábricas que lo derriten y transforman en artículos plásticos como sillas y mesas, la materia orgánica es digerida en trozos muy pequeños para producir BioGas, las botellas de vidrio y metales son vendidos y lo que queda es quemado en un incinerador. Este trabajo insalubre paga entre 100 y 120 bhats el día, dinero que apenas alcanza para alimentar a la familia. Las casas de bambú, chapa y residuos no tienen electricidad ni agua corriente. Como el terreno pertenece al gobierno no abonan renta, pero pagan el precio con su salud: enfrentan graves problemas respiratorios, infecciones en la piel por andar descalzos, problemas estomacales por beber agua contaminada, deficiencia nutricional y dengue. …Y Supervivencia Estas familias vienen de una realidad aún peor: en Birmania no hay trabajo, no tienen acceso a la tierra para cultivar y muchas veces el gobierno los obliga a relizar trabajos forzosos. El gobierno de Tailandia es consciente de su realidad y los dejan instalarse en el basurero ya que realizan el trabajo que nadie más está dispuesto a hacer; su condición de inmigrantes ilegales y la falta de contactos les deja muy pocas opciones. Los campos de refugiados los acogerían pero muchos no conocen la gente adecuada para entrar y otros no quieren resignar su libertad y prefieren trabajar para mantener a sus hijos. Asi que aquí se quedan y no ven la posibilidad de cambiar su vida, al menos en el corto plazo. Por si fuera poco la policía los tiene amenazados y viven en un miedo constante; dos veces al mes visitan las casas exigiendo dinero a cambio de permanecer allí. Quienes no pueden pagar agarran sus bolsas y corren a esconderse en el bosque para evitar ser capturados y deportados de vuelta a Birmania, su país natal y su peor pesadilla. Los niños que nacieron allí no sienten el olor pútrido del aire. En el patio de su casa se encuentra la realidad que el sistema de consumo nos quiere esconder: cada cosa que compramos, consumimos y tiramos tiene componentes no degradables que se quedan ahí bajo los pies de inocentes criaturas que aún no saben qué había dentro de estos envoltorios -y quizá nunca lo sepan. Para los niños es un juego o una competencia a ver quien encuentra más o mejores cosas. Caminan por los pasillos de la montaña de basura atentos a no hundirse en pozos negros de descomposición, con sus bolsas al hombro donde guardan objetos reciclables, juguetes encontrados y a veces restos de alguna cosa para comer. Las sobras del sistema no son solo materiales: son tambien estas personas despojadas y olvidadas que ven el mundo a traves del derroche de otros.

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